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Apaches-capitulo 1.1

Capítulo 1.1 El ladrón felino

Entre escombros me escondo a la espera de algún comerciante desamparado, se que suena cruel, pero en los tiempos que pasan, el hambre, sed y demás relacionado con la salud si hay indicios de una mera oportunidad de poder llevarse algo a la boca es imposible dejarlo ir.

En donde vivo, el subterráneo; la luz no llega del exterior por lo cual nos alumbramos la vista por una antigua y mecánica compilación de cableado eléctrico aunque ésta no suele durar más de 6 meses por culpa de la aterradora aparición de la ballena de arena. Calcular la hora del día aquí abajo es prácticamente nula, pocos poseen algún reloj ya sea digital o de manillas aunque no me guste darme aires de superioridad yo poseo un reloj de bolsillo ya que éste ha pasado de varias generaciones hasta llegar a mí.

Yo vivo con mi madre en un refugio de chapas en la que solo poseemos, un calentador a base de Urinita; piedra que se encuentra en el subterráneo y cuyo valor energético proporciona unas 50 horas de calefacción el gramo, el cual es absolutamente caro y escaso de encontrar, también poseemos unas mantas con las que dormimos y exactamente 3 fotos de mi padre, siempre que recuerdo lo que sucedió hace medio año empiezo a odiar cada vez más a los Apaches. Mi padre fue asesinado por un Apache de la superficie y convertido en uno de ellos por uno de esos malditos parásitos, juré por mi madre que me vengaría de ellos y pondría fin a todo esto pero hasta entonces solo me queda robar e alimentar a mi pobre madre cansada y moribunda.

Pasaron unos 45 minutos desde que me escabullí entre la chatarra hasta que apareció, como todos los martes, jueves y domingos los comerciantes ambulantes cargados de víveres y productos de lo más extraños así que sin más preámbulos me preparé para abalanzarme contra él en mi búsqueda por la supervivencia. Tras unos segundos de espera sin que se diera cuenta de mi posición y se colocara a mi alcance salté sobre su gran equipaje que llevaba a su espalda arrastrándonos a ambos al suelo, rápidamente metí la mano en la bolsa y recogí todo cuanto podía llevarme, el comerciante de edad avanzada ya conocía mis intenciones y mi identidad, así que supuse que le había asaltado antes. Tras el forcejeo me gritó:

-¡maldito niño del demonio, cuantas veces se supone que me piensas robar!-refunfuñó el mercader

-¡No me lo tomes en cuenta señor, lo hago por una razón comprensible!-le respondí mientras me disponía a irme del lugar

-¡¡no creas que ésta vez vas a huir pequeño felino ladronzuelo!!

Esa forma de cómo se referían a mí ya me la conocía de antes, en los suburbios donde me he criado me conocen como el ladrón felino ya que soy un semi-humano con la cualidad felina de una agilidad fuera de lugar y al tener una cola con la que mejoro mi equilibrio a la hora de escapar pues me han concebido con ése título. Tras el último grito del mercader ambulante proseguí mi huida a través de los grandes bloques de chatarra que superaban los más de 1.50 metros de altura, de un salto me subí a uno de ellos y con una sonrisa falsa y aguda me despedí de él

-¡Hasta la próxima señor, que dios le bendiga!-tras mi frase la cual le comunicaba a todos a los que saqueaba me limité a correr dirección a mi escondrijo hasta que la persecución se calmase.

De todas las huidas que había realizado, ésta me estaba resultando la más costosa de ellas, me estaba empezando a creer que no me iba a perdonar ésta vez, el mercader aunque cansado continuaba tras mi sombra a la expectativa de atraparme, no podía permitir tal cosa, así que apresuré mi marcha y me encaminé rápidamente entre monumento de chatarra a otro para lograr escapar del vertedero sin la presencia de aquellos ojos que no me perdían el rastro.

-¡¡escúchame atentamente niño, estás atrapado, no tienes a donde ir, ya no me volverás a robar jamás!!-amenazó mientras intentaba articular una fuerte y grave voz insuficiente a causa del cansancio por la edad y la adversidades de la época en la que nos encontramos.

Tras aquel grito pude adivinar por el golpe seco que escuché; que el mercader había tocado límite y se desplomó en el suelo, pensé que ya estaba a salvo, pero mi estupidez alcanzó un grado paranoico y frené, volví la cara al inconsciente hombre y no pude soportar dejarlo ahí, bajé de la chatarra de un salto bien coordinado y me acerqué celosamente al cuerpo que yacía tirado en el suelo, de mi bolsa saqué una cantimplora de agua la cual teníamos que ahorrar a toda costa por la escasez de líquido del subterráneo ya que la que recogíamos provenía del exterior que se discurría por la capa de arena hasta caer aquí. Cogí suavemente la cabeza del hombre y le di de beber algo de agua a lo que le escuché balbucear:

-ya….sabia yo….que eras….un buen…..chaval, pero…ya sabes, el dinero…es el dinero, perdóname, sabes que siempre te he dejado asaltarme…-tras aquellas palabras el mercader agarró fuertemente mi camisa y gritó mientras derraba unas lágrimas brillantes como el diamante de sus ojos-¡¡¡ahora, ya le tengo!!!

Asustado, sin entender la situación pero altamente lógica, sin perder más tiempo en estúpidas deducciones me sacudí rápida y eficazmente para despojarme de las ataduras del hombre, tras unas sacudidas pude salir de ellas pero con el impulso caí al suelo y tras el impacto escuche a ras del suelo como cargaban; no sabía la cantidad de individuos; unas armas de fuego de las cuales se me rizó la cola.

-alto ahí bastardo, no muevas ni un dedo-me ordenó uno de los individuos

-¡pero qué puñetas queréis de mí!- sollocé

-mira niño, hemos escuchado que vas de ladrón por el mercado y el vertedero

-¡No sé de qué me habláis!-mentí

-me parece que sí que lo sabes jovenzuelo, ya debes de imaginarte que han puesto precio a tu cabeza

Si, aunque han pasado incontables generaciones y siglos, aún sigue existiendo según los libros de texto leídos, los famosos carteles de “Se busca”, aún con mi temprana edad ya se podía apreciar una módica cantidad de dinero la cual era suministrada por cada mercader y comerciante a los que había robado en incontables ocasiones, tal fue mi desdicha y pavor a la situación en la que me encontraba que no podía articular palabra alguna, eran 3 caza recompensas bien armados con cuchillos, armas biológicas-alienígenas y fusiles de asalto, tras unos segundos de silencio uno de mis asaltantes quitó el seguro al arma con la cual prosiguió a apuntarme.

-mira gatito, me da igual tus intenciones y tus ideales, tus suplicas no te servirán de nada, así que reza lo que sepas y que dios te acoja en su regazo-terminó diciendo

Rápidamente y casi por puro instinto saqué de mi bolsa unas bolas de humo que utilizaba para escapar las cuales fabricaba por mí mismo y con un fuerte y decidido golpe las exploté muy cerca de mí para que desapareciera mi posición. No me hacía falta ver con mis ojos algo que ya conocía en mi mente, los suburbios y el vertedero eran el hogar donde me había criado mis 16 años de vida los cuales me sabia cada rincón y pasadizo como la palma de mi mano así que automáticamente mis piernas saltaron a correr en dirección a mi escondrijo, los asaltantes furiosos por mi movimiento empezaron a apretar el gatillo y disparar a ciegas contra la cortina de humo creada por mis bombas. Después de una larga y ajetreada huida conseguí despistarlos y una vez entré en los suburbios me dediqué a limpiar toda prueba de mi existencia como ladrón, el precio a mi cabeza según los carteles que iba despegando de las esquinas y farolas no era demasiado alta ni insignificante, me imaginaba que cada mercader había puesto su grano para llenar la bolsa. Aquella tarea me estaba dificultando bastante, me notaba cansado y fatigado, mi cantimplora la había perdido en el vertedero a causa del encuentro, tenia sed y hambre y la situación no me ayudaba para hacerme público y volver a robar, en cada esquina un cartel con mi autorretrato pintaba las calles de los suburbios, yo tapado mi rostro con un gruesa tela gris me proponía la limpiar las paredes pero quien me iba a decir que tras una esquina los furiosos asaltantes chocaron con mi presencia la cuál descubrió mi identidad casi al instante.

-Al fin damos contigo maldito mal nacido-gruñó uno de ellos mientras me aplastaba fuertemente el brazo-ya no te volverás a escapar

-¡¡suéltame!!-grité desesperado-¡¡por favor, que alguien me ayude!!-gritaba mientras veía como los transeúntes pasaban de largo sin una mera intención de salvarme aunque solo fuese por caridad humana, pero como era de esperar nada ocurrió y sin darme siquiera oportunidad de moverme me golpearon dejándome inconsciente.

Cuando desperté me encontraba esposado de pies y manos, mi cabeza me daba vueltas, tras un forcejeo del terreno vomité e intenté ponerme de pie, me encontraba en un carro de presos a los que los conducían a la hoguera o eran tratados como esclavos, todos según iba observando éramos semi-humanos, maldecía mi ser aun sabiendo que con ésta actitud no conseguía absolutamente nada, solo desesperación por sobrevivir. Hundido en mis pensamientos y con una esperanza nula por escapar de ésta cárcel ambulante me acomodé como pude en una de las esquinas.

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Apaches-prólogo

Prólogo

Año desconocido de una era olvidada, en el mundo donde nací las personas no se levantan a las 8 para ir a trabajar a alguna empresa o similar, ni los niños toman chocolate con leche y una tostada antes de irse a la escuela a estudiar para luego integrarse en la sociedad; en la sociedad donde yo vivo ahora, en “mi” presente, la gente no duerme prácticamente o la que lo hace no vuelve a abrir los ojos; los niños se matan unos a otros como animales carroñeros por un trozo de carne o cascara de naranja, los mayores luchan por su supervivencia o se arrinconan en alguna calle a la espera de su muerte. Las cosas han cambiado mucho de cómo yo las leía en los libros antiguos: aviones, nubes, verdes praderas…..yo eso no lo he llegado a ver ni lo conseguiré, desgraciado aquel que siga con esa estúpida e innecesaria idea, muchos os preguntareis en qué diablos mundo vivo, bueno, empezaré por el principio y según dictan los libros de textos que he encontrado desperdigados por el suelo y del que nadie quiere saber absolutamente nada.

Según los libros; allá de los años 2.150, aquella era pacífica en la que nuestros antecesores vivían una vida tranquila sin sobresaltos, donde las madres acompañaban a sus hijos a la escuela, donde los adolescentes andaban detrás de alguna chica que les gustaba, donde los ancianos se sentaban y pasaban la tarde jugando a juegos de mesa, donde la sociedad tenía en mente que los alienígenas eran seres verdes de ojos grandes y negros, venidos en un platillo circular, aquella época era la que quería vivir yo, yo y toda la gente de mi era porque lo que aquellos ingenuos humanos ignoraban lo que les venía encima.

Los antiguos testamentos de incontables generaciones hablan de la caída de una “lanza” descomunal de la que privó de la vida a incontables personas e animales, una lanza que llego en menos de 1 segundo al núcleo de la tierra, desequilibrando a su paso todo el sistema terrestre. Los libros hablan de huracanes, maremotos, colisiones de archipiélagos….lo que una mañana fue placentera como cualquier otra, lo que aquellos no pudieron prever que su tarde fue el principio del caos y la desesperación humana. Los medios de comunicación no sabían nada al respecto, solo que aquello era extraterrestre, la gente empezaba a hablar del fin del mundo, los creyentes y demás en que era un mensaje de Dios, un castigo divino, la caída del cielo y demás chorradas por el estilo, hay libros que dicen que pasaron meses desde que se produjo el primer avistamiento con los seres de otra galaxia. A mi pensar, para aquellos seria una revolución en los días de sus aburridas vidas, pero yo pienso y maldigo sus huesos putrefactos si ellos pensaron que vendrían para establecer una paz y buena convivencia. Los dibujos que he podido observar en escrituras muestran animales mutados, perros con alas y cinco ojos, jabalíes con cuerpo escamado; tal era la incoherencia y sorpresa de nuestros ancestros cuando descubrieron que los alienígenas hablaban la lengua terrícola, su confianza les llevó a la perdición, al cabo de los meses éstos que llegaron a enseñarnos su cultura y tecnología empezaron a entregarnos unos curiosos regalos que según ellos nos proporcionarían mejor vida, esa tecnología no era más que microscópicos parásitos que una vez llegados a la etapa adulta controlan el cuerpo y matan al huésped. Aquello tenía aspecto de concha de cangrejo ermitaño, forma triangular que se colocaba en la nuca, unida a la espina dorsal, al principio ya que ningún humano conocía la verdad sobre esto, el parasito en su edad prematura suelta una sustancia que modifica el ADN del cuerpo humano proporcionando poderes y habilidades sobrehumanas fuera del alcance del ser humano. Tal fue la arrogancia y credulidad de éstos que en menos de un año el planeta fue prácticamente colonizado por los alienígenas a los que ahora los llamamos Apache.

Con el paso de los años, el mundo quedó sumido en una guerra contra los Apache, donde comprendieron el porqué de que los primeros tenían aspecto de animales y tardaron un tiempo en darse a conocer, la rabia de nuestros ancestros era tan grande que unieron la tecnología de entonces con la alienígena creando una nueva y altamente inestable arrollando más vidas terrícolas que alienígenas.

El tiempo pasó y los humanos iban perdiendo, la guerra seguía pero tras una muerte humana nacía una alienígena, más de 20 años pasaron hasta que los líderes de los países humanos trataran un acuerdo pacífico con los Apache dejando a éstos el dominio del planeta con la condición de un acuerdo socialista y racional, como era de esperar los Apache visto su situación de superioridad, negaron su oferta, en aquel entonces, no se entendía el motivo que los impulsaba a realizar aquellas atroces acciones. El mundo estaba en ruinas, aunque comparando fotos que he ido encontrando con mi situación actual, no hay ni punto de comparación ya que en la foto se podía apreciar cortezas de arboles chamuscadas por el fuego de la guerra. La guerra estuvo haciendo estragos hasta el momento en el que la lanza que llegaba al núcleo terrestre desapareció momentáneamente sin hacer prácticamente señal alguna, tras aquello los Apache se atrincheraron en su base militar creada por ellos mismos con su propia tecnología alienígena fuertemente superada por la nuestra hasta llegado el momento de la llamada “colisión Apache”.

La colisión Apache produjo el derrumbamiento definitivo de la raza humana quemando el rastro alguno de sus esperanzas con volver a su antigua posición. La colisión Apache redujo al mundo a la más completa miseria, sobre las cabezas de los moribundos humanos el cielo se cerró en una capa de arena que enjaulaba nuestra especie y cuya sustancia permanecía flotante en el aire, tras la completa encriptación apareció a lo que todos todavía temen, al ser mas descomunal y destructivo jamás pensado, al ser al que llamamos, “ballena de arena”. Tenía forma de ballena pero sus dimensiones eran desproporcionadas, cogían prácticamente todo Japón. Aquella bestia surgió del núcleo de la tierra y se precipitó al mar de arena que yacía sobre sus cabezas.

La ballena de arena todavía está en nuestra mente, sigue desolando todo lo que arrolla su paso y para acabar con mi introducción aclaré la situación del planeta: nuestra tierra está dividida en 2 categorías, “el subterráneo”; lugar donde viven los humanos y algunos Apaches que no concuerdan con la idea de sus primogénitos (a éstos los respecto como a uno más de mi raza, la semi- humana) ya que no soy un humano completo, en ésta época existen los semi-humanos, los desterrados, cada individuo lo representa de una forma; ahora los Apaches que viven en desacuerdo con los suyos, viven y se emparejan con humanos ya que si nos remontamos a nuestros orígenes, los Apaches poseen cuerpo humano modificado genéticamente. Los semi-humanos poseemos alguna habilidad especial o rasgo característico: ojos atigrados, cuatro brazos, cola, escamas y un largo etcétera. Tras la capa de arena asolan los seres que nos dominaron, los Apaches de pura raza que van de tiempo en tiempo a cazar a algún cuerpo nuevo para su longevidad en la especie y por último, la ballena de arena; ésta aparece en cierta época específica para desolar nuestra ardua sobrevivencia.

Tras una breve explicación de los hechos acontecidos en el planeta empezaré por narrar mis experiencias en lo que me depara la vida, yo al que me nombraron Nile Kyle de 16 años nacido como semi-humano con el rasgo característico de poseer una cola y experto en robo alimenticio de los vendedores ambulantes.

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